¿A dónde va Napoleón?
- SICOSTATS
- 11 nov
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Lo increíble nunca deja de suceder en el fútbol. Escenarios insólitos, épicas deportivas, figuras inesperadas o descalabros de magnitudes insospechadas.
Un folklore completo que no conoce de continentes ni realidades, cada micro contexto es capaz de desatar historias y narrativas de la más diversa índole.
Hoy una más de esas historias increíbles se despliega en la tierra de los actuales campeones del mundo. River Plate, uno de los 2 equipos más tradicionales de Argentina vive un momento deportivo dramático.
El retorno de uno de los entrenadores más queridos en la historia del club, una importante inversión en fichajes, récord absoluto de asistencia en el estadio Monumental y una plantilla con importantes figuras hacen casi imposible explicar el 21,2% de rendimiento del club en sus últimos 11 partidos jugados (2 PG - 1 PE - 8 PP).
En casi cualquier lugar en el mundo el DT estaría despedido o renunciado. Sin embargo, en la antesala del Superclásico del fútbol argentino, el club y su reciente nuevo presidente, dieron un golpe de escena al anunciar la renovación de Gallardo por todo el 2026 plantando todas las credenciales propias de uno de los pocos Directores Técnicos con una estatua a las afueras de su estadio sin haberse retirado.
La derrota ante el clásico rival (2-0 en la Bombonera) era previsible y la conferencia de la semana anterior sirvió de atenuante para el mal momento del club más no para cambiar un rumbo más que extraviado.
Los análisis técnicos más detallados o el peso de las inversiones más altas en la historia del club no son necesarios ante el descalabro que ha montado Gallardo en River Plate. Lo cierto es que la pérdida de identidad futbolística es total. Con todos los jugadores del equipo depreciados, las explicaciones y falsas convicciones chocan con una realidad ya ineludible, donde la lucidez es fundamental. Extraviar el camino durante algunas semanas o meses puede llegar a transformarse en un deambular crónico.
Napoleón en medio del fango es una imagen inadmisible para los ojos del propio emperador que hasta sus últimos días en el exilio contó con seguidores.
La debilidad deportiva de los equipos argentinos ya se vio reflejada en el Mundial de Clubes 2026 en un contraste explicable, desde lo económico, al compararlos con los clubes brasileros; sin embargo no deja de ser difícil de concebir una caída tan profunda en un país de tradición futbolera, con la selección campeona del mundo vigente, que más allá del título en Qatar 2022, ha gestionado de gran manera el talento y los focos de un equipo campeón del mundo. Un contraste que deja en claro que el competitivo fútbol contemporáneo vive más de la lucidez en la dirección que de la historia de sus protagonistas.
Veremos hasta que fondo puede llegar Napoleón enceguecido; a pesar de tener en sus narices una forma de gestionar talentos similares con resultados muy opuestos. El lío es ya bastante más complejo que un par de cambios tácticos o de nombres. Si el orgullo es quién reina en Gallardo la caída puede tapar en fango la gloria de un entrenador que está convencido de pasar solo por un mal año.




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