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Berizzo vs Berizzo

Un jugador convocado o no convocado podría ser una más entre las múltiples decisiones que un Director Técnico nacional toma cada vez arma el seleccionado que representa a un país. Sin embargo, hay jugadores y jugadores. El caso de Claudio Bravo y su marginación es algo más que una simple decisión de Eduardo Berizzo. La supuesta falta de compromiso del vigente portero del Betis probablemente se empiece a transformar en un fantasma para Berizzo si decide mantenerse inflexible en cuanto a valorar otros factores como prioritarios por sobre lo deportivo.

El competitivo fútbol contemporáneo y las particulares Eliminatorias Sudamericanas son el difícil escenario donde la roja de Berizzo está lidiando para volver a ser un equipo de primer nivel.


Múltiples factores del alicaído medio nacional chileno no facilitarán el resurgimiento de un equipo que deberá aprender a crecer con la mochila de la "generación dorada" sin extraviarse en la nubosidad de una cultura futbolística con más tintes retrógrados que profesionales.


Los líderes históricos caen con facilidad en la narrativa de "todos unidos contra la injusta prensa que critica". Un aprendizaje que ya debería estar incorporado luego de los áridos períodos de Rueda y Lasarte que terminaron con esta dinámica inconducente. Pero no, como si se tratase de bandos rivales los principales referentes salen demasiado rápido a cerrar filas por el grupo sin integrar el natural rol de los medios y la lógica crítica que surge cuando un proceso no camina.


Berizzo se ha enredado sólo con pruebas excesivas de jugadores (52 son los jugadores que han sumado minutos en 11 amistosos y 4 fechas de Eliminatorias. Esto, sin contabilizar el festival de falsas nominaciones nacionales que generan los nefastos microciclos heredados desde la era del colombiano Rueda).


La ya mencionada marginación del, tal vez, máximo referente de la historia del fútbol chileno moderno (Claudio Bravo) está excluido por una absurda inflexibilidad autoimpuesta por Berizzo (el máximo histórico obviamente el mítico Elías Figueroa). Un dogmatismo que le podría terminar costando muy caro al trasandino que golpea la mesa con una medida bastante autoritaria de muy relativo beneficio.


Ya más en lo futbolístico, los partidos de visita en Eliminatorias sudamericanas no son escenario para experimentos con adolescentes sin experiencia.


La frágil banda derecha (Mehssatou y Aravena fuera de posición) contra el Uruguay del Bielsa en Montevideo (1a fecha de Eliminatorias tras 11 partidos amistosos) y la conducción ofensiva de inexperimentados jóvenes cómo Darío Osorio y Marcelino Núñez, en la visita a Venezuela; son autoportazos innecesarios que Berizzo se está dando a sí mismo en el propio rostro.


Varios ajustes fundamentales ya fueron identificados (el viejo andamiaje de la generación dorada no alcanza, los jóvenes sin consagrar deben sumarse en momentos y minutos precisos, el recambio viene más por la potencia y empuje físico (Catalán, Echeverría, Loyola) que por liderazgos forzados en momentos de máxima presión) y está por verse si Berizzo extrae las conclusiones correctas cuando aún se está a momento se subirse al barco de los equipos competitivos. O si por el contrario, sucumbirá en la misma mediocridad que ya traicionó a Pizzi, Rueda y Lasarte entre el 2018 y el 2021.


Chile tiene lo justo para pelear dignamente en Sudamérica, por lo que ya no hay margen para uno o dos errores tácticos por partido.


Para cerrar las conclusiones o aprendizajes claves, algunas matemáticas simples y 3 nombres que no pueden seguir como actores secundarios del actual proceso.


Berizzo viene de un 33,3% de rendimiento con Paraguay en Eliminatorias Sudamericanas y lleva el mismo 33,3% con Chile.


Por su parte Chile viene de 3 procesos con déficits ofensivos evidentes. con Pizzi Chile promedió 1,36 goles a favor por partido en Eliminatorias; con Rueda 1,3 en todo su ciclo (27 PJ) y Lasarte 1,18 en 22 PJ. Un claro lastre que Berizzo no ha sabido levantar con un pobre promedio de 0,75 Goles a favor por partido en Eliminatorias.


13 delanteros probados y Berizzo todavía muestra solo a Alexis Sánchez y a Ben Bréreton cómo fórmulas de solución en partidos de máxima exigencia. Jugadores como Víctor Dávila, un 9 como Damián Pizarro o el 10 de Belgrano de Córdoba (Matías Marín) son jerarquías ofensivas de mayor experiencia y potencial que los excesivos protagonismos que han tenido Marcelino Nuñez, Alexander Aravena, Darío Osorio o de casos más incipientes aún como Bruno Barticcioto. Ya en lo profundo, inventos de añeja creatividad como Bolados, Rubio, Valencia, Henríquez o nominaciones absurdas como los viajes de Clemente Montes, César Pérez o Bruno Gutiérrez y una larga lista de fiascos con que los últimos estrategas de Chile siguen extraviando el pasar de un seleccionado nacional que hace no tanto tiempo (2014, 2015, 2016 y 2017) protagonizó el mayor apogeo futbolístico de su historia.

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